Saturday, April 30, 2005
Aturangalïlada
Los cantos de amor que Messiaen compuso para su sinfonía hicieron eco desde atrás de los aretes, junto al lugar de las cosquillas con la lengua y vibrando por los caireles tubofónicos llegaron al alma. Me enamoré del compositor francés como hace mucho me enamoré de Carlos Chávez por su Toccata y comohacemucho no me enamoraba. Fue Diemecke el que me lo presentó, a su muy candorosa forma de presentar.
Mientras el sonido de las ondas Martenot desconcertaban y el glockenspiel tiritaba, recordé los gnoccis con nuez que mi garganta disfrutaba en el café de Bellas Artes, hace 10 años, mientras José Antonio Alcaraz+, Eduardo Neri+ y el mismo Diemecke hablaban con pasión de mi Chávez; el gordo les platicó de mi amor por el compositor de la Sinfonía India; Eduardo me dijo que teníamos los mismos gustos, señalando sus gnoccis y me sentí especial, tan especial y única como ahora que la Sinfonía Turangalïla de Olivier Messiaen repica en mi espíritu y me siento aturangalïlada.
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